
" Quién es éste que hasta los pecados perdona?" Lucas7, 49
Sorprende a los fariseos, este profeta que no se dá cuenta que esta mujer es una pecadora.
A nosotros, también nos sorprende muchas veces Jesús. Nuestro limitado corazón no alcanza a dimensionar el amor infinito de Dios.
La oración de la pecadora está hecha de silencio y llanto. El llanto que solemos considerar como debilidad, aquí es el arrepentimiento de la mujer y un segundo bautismo.
Su amor por el Señor, provoca un cambio en su corazón, y es este amor el que suscita el perdón. Y no importan los comentarios, ni las murmuraciones, la mujer llamada "ligera", se va, así, "ligera", porque le han devuelto un corazón nuevo y puro; se siente amada.
Y los comensales, a pesar de sus malos pensamientos, no pueden impedir que El Amor, perdone y realice la absolución."¡Tu fé te ha salvado, ve en paz!"
El que se acerca con humildad al Señor, reconociendo sus pecados y debilidades, experimenta el abrazo de Dios y la Gracia para perseverar en el bien y en el amor.
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