Marcos 1,21
La autoridad que la gente notaba en las palabras del Señor, era el resultado de su coherencia.
Su prédica coincidía con su obrar. La humildad, la generosidad, la piedad, el amor, no eran solo palabras para los demás. Jesús vivía así. Amando.
Nosotros, los católicos, muchas veces no somos testimonio de nuestro Pastor. Decimos palabras bonitas, pero para los demás, y no vivimos lo que Jesús nos ha enseñado.
Conocer y seguir al Señor, significa escuchar, entender, aceptar y cumplir sus enseñanzas. Y obrar como verdaderos discípulos. Solamente lo lograremos cuando estemos en una permanente unión con Él. Aún cuando estemos trabajando, ocupados en nuestra tareas, el Señor debe reinar en nuestro corazón.
María, Nuestra Sra. de la Paz, protégenos!
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