" Como el padre me envió a mí, yo los envío a ustedes. Al decirles ésto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo ".
Juan 20,21
Según la tradición bíblica, al crear al hombre, Dios modeló una figura de barro, sopló su aliento en sus narices, y aquel barro se convirtió en un ser viviente.
Ésto es el ser humano, un poco de barro inspirado por el Espíritu de Dios.
Jesús realiza el mismo gesto que el Creador " sopló sobre sus discípulos y dijo: "Reciban el Espíritu Santo".
La Iglesia, todos los bautizados que la conformamos, somos frágiles, de barro, pero tenemos dentro al Resucitado, que la impulsa con su aliento. Allí radica nuestra fuerza: el Espíritu Santo, el Amor.
María enséñanos a ser dóciles al susurro del Espíritu Santo en nuestros oídos, y a caminar siempre unidos a su Amor.
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