"En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán"
Mc.1, 9
Siendo Dios, se abajó, haciendose hombre, asumió nuestra condición y nos dio la posibilidad de asumir nosotros su condición divina.
El bautizado, con el sello del amor de Dios en su corazón, es una persona en continua transformación, porque unida a la escucha de la palabra y a la conversión del corazón,cada día puede lograr esa condición que Jesús le regaló en el Bautismo, ser sacerdote, profeta y rey, e ir a proclamar la Buena noticia.
María, Tú que, como Madre conoces nuestro corazón, ayúdanos a dar testimonio en todos nuestros actos, que somos bautizados!
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