domingo, 9 de noviembre de 2014

Dedicación de San Juan de Letrán

" Saquen ésto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio.Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura:  El celo por tu casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron¿Qué signo nos das para obrar así?Jesús les respondió: " Destruyan este Templo y en tres días lo volveré a levantar.
                                                                                                          Juan 2, 16



   La persona forma una unidad: cuerpo y espíritu. Por tanto, nuestro cuerpo es bueno y participa de la vida de Dios, en unión con nuestro espíritu; está llamado a vivir eternamente en su felicidad.
Está en nosotros que vivimos esta unidad y cuidamos la morada de Dios, que es nuestro cuerpo. Todo lo que hacemos bueno espiritualmente repercute en nuestro cuerpo; el cuidado del cuerpo tiene sus consecuencias en el espíritu. Por eso cuando Jesús habla del templo, quiere decir su propio cuerpo, donde habita el Padre, el Espíritu y se nos da como alimento en cada Eucaristía. “Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado” (Jn2,21-22). 
El cuerpo necesita una transformación por la resurrección, para que pueda ser liberado del pecado y vivir glorificado. La resurrección de Cristo es la garantía de la Vida nueva que nos quiere dar.
¡Jesús, toma mi corazón y haz que sólo viva para ti!
¿Cuido y respeto mi cuerpo como la morada de Dios?
En unión de oraciones
Hno. Javier Lázaro

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