Marcos 10-43
La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa
o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de
Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y pobre. En realidad,
es un estorbo es un falso cristiano. Le
falta un rasgo básico para ser seguidor de Jesús. En la Iglesia todos hemos de ser servidores(as).
Nos hemos de colocar en la comunidad cristiana, no desde
arriba, desde la superioridad, el poder o el protagonismo interesado, sino
desde abajo, desde la disponibilidad, el servicio y la ayuda a los demás.
Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para
ser servido, sino para servir». Éste
es el mejor y más admirable resumen de lo que fue él: SERVIR.
Señor, ayúdanos
a vivir sin buscar reconocimiento de los demás, evitando toda tentación de
poder y de dominio. Solo así seremos capaces de entregarnos con amor al
servicio de tus preferidos, los empobrecidos y necesitados de nuestra sociedad.
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