"Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: saquen ésto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre, una casa de comercio."
Juan 1, 13-25
Es difícil imaginar a Jesús enojado, con ira. La escritura ya decía que el celo por la casa de su padre, lo consumiría. Pero no es un enojo que destruye, sino que salva. Y los que se enojan no son los comerciantes, sino las autoridades del Templo.
Su enojo desafía, diciendo que él podía destruir y construir nuevamente y en tres días el Templo, y no lo entendían, Él se refería al Templo que era su cuerpo. Anunciaba su muerte y Resurrección.
Templo que está dentro de cada uno de nosotros, por eso nos preguntamos siempre, por qué tanta agresión, violencia, muerte entre las personas?
Somos Templos, somos creados a imagen y semejanza de Dios. Somos todos y cada uno sagrados para Dios!
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