domingo, 12 de junio de 2011

Domingo de Pentecostés



" Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse".



Hechos 2, 3









Hay realidades difíciles de explicar, porque en ellas no intevienen directamente los sentidos.

Cuando hablamos del Padre, lo podemos identificar en "la nube","la brisa", la zarza", elementos cotidianos, a un Dios cercano que acompaña a su pueblo.

Jesús es el Dios hecho hombre , los discípulos lo vieron y escucharon sus palabras.

Pero el Espíritu Santo nos presenta una dificultad para identificarlo, es intangible. Solo lo percibimos con los ojos del alma. El nos auna en comunidad, el lenguaje que usamos es entendido por el otro, gracias a su intervención. Mirar a Santa Teresa de Calcuta, o al Beato Juan Pablo II, o a tantas personas piadosas, nos permiten ver en sus actos el signo del Espíritu Santo.


Señor danos el don de hablar un lenguaje que no necesite traducción: el idioma del amor.