domingo, 9 de septiembre de 2018

Domingo XXIII durante el año

"Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos.Jesús lo separó de la multitud y llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas  y con su saliva le tocó la lengua. Después levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: Efatá, que significa Ábrete.Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente".
                                                                                 Marcos 7-32 



Se dice que no hay mejor sordo que el que no quiere oir. La palabra de Jesús, siempre es sanadora y liberadora, pero necesita que nosotros pongamos el cuerpo.
Sabemos mucho en teoría pero, muchas veces, escuchamos solo que nos conviene o lo que estamos de acuerdo. Permitir que alguien nos acerque a Jesús, luego, dejar entrar su mensaje, y luego salir a proclamarlo, esa es la tarea.
Jesús obraba estos milagros en todos los pueblos, y hoy lo sigue haciendo, solo hay que abrir el corazón, oir, actuar, ser testimonio y salir a proclamar. Muchos hermanos nunca han escuchado su nombre, es hora de que nosotros los acerquemos al Salvador.



Virgen María, llévanos a tu hijo!


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