III Domingo de Pascua

"Cuando llegaron cerca del pueblo a donde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.Pero ellos le insistieron:Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba. Él entró y se quedó con ellos.Y estando en la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dió. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero Él había desaparecido de su vista".
                                                Lucas 24-13-35

Al caer la tarde, la hora en que todo oscurece, la hora del dolor y la desesperanza, siempre, aparece el Señor.
Los hombres de Emaús no lo reconocen en el camino. Están desilusionados, desesperanzados.
Solo al bendecir el pan, recuerdan y ven al Maestro. Se abrieron los ojos del alma, los ojos de la fe.
Jesús, el resucitado, siempre camina a nuestro lado y aunque muchas veces no lo vemos preocupados, tristes o dolidos, disponer el corazón, darle un lugar a nuestro lado,invocar su nombre, bastará para que sintamos su presencia.
La palabra y la Comunión Espiritual que hacemos en este tiempo en especial, serán un dulce alimento para nuestra alma. 

Virgencita del Valle, cuida de nuestro pueblo!

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