domingo, 1 de agosto de 2010

18º domingo ordinario




" Ésto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí y no es rico a los ojos de Dios"
Lucas 12, 21

El mundo valora el "tener" y no el "ser", considerando al hombre según sus riquezas, fama, éxito o poder. Hoy Jesús nos habla de la riqueza que agrada a Dios, de la que todo cristiano debería dar testimonio.
Es triste crer, que tener mucho nos garantiza felicidad y dicha, porque no es verdad y porque nos hace esclavos de las cosas. Y esta esclavitud nos hace vivir atemorizados de perder lo que creemos valioso.
El tener muchas cosas, paradógicamente, nos puede producir un vacío muy grande, que solo puede llenarlo Dios. Los bienes materiales cobran sentido cuando están en función del hombre y de las necesidades del prójimo.
¿De qué nos sirven el dinero o el lujo si quedamos ocultos trás de ellos, y nos perdemos a nosotros mismos? Si miramos y nos miran por nuestro bolsillo y no por el corazón quedamos reducidos a una " cosa".
Solo en presencia de Dios, adquirimos nuestra verdadera identidad y valor.
Las cosas y nosotros tenemos fecha de vencimiento, y lo que hoy acumulemos egoístamente, no lo podremos llevar a la tumba: lo que es del mundo: aquí se queda. Nos llevaremos sólo lo que hemos dado con amor.

No acumules riquezas en la tierra, vive en comunión con tu prójimo y acumularás tesoros en el cielo.


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