
" En adelante no sea incrédulo, sino hombre de fe." Tomás respondió:"¡ Señor mío y Dios mío!"
Juan 20, 27
El relato de Tomás , nos refleja como seres limitados a nuestros sentidos.Si no vemos o tocamos, no creemos. Y didácticamente, el Maestro se muestra, y se deja tocar para que crea en Él.
No alcanzaron los signos y los milagros.¡ qué duro es el corazón! Tomás creyó luego de poner su mano en las llagas del Señor. Mi fe existe a pesar de no ver o tocar?
Dios nos ha llamado por nuestro nombre, no lo hemos reconocido, solo la unión con Él a través de la oración, los sacramentos, nos permitirán descubrirlo en el hermano, y transmitir la Buena Nueva.
Y una vez "mirados" por Él, transformado el corazón, podemos dar amor concreto, que se pueda palpar, y decir: "¡Señor mío y Dios mío!"
Señor que tengamos una mirada atenta, una palabra consoladora,una mano que modifique la realidad dura y triste de nuestro hermano.
¡Señor acrecienta mi fe!