"Pero el Ángel le dijo: No temas María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús".
Lucas 1, 30
La fiesta de la Inmaculada ilumina como un faro el
período de Adviento, que es un tiempo de vigilante y confiada espera
del Salvador. Mientras salimos al encuentro de Dios, que viene, miremos a
María que «brilla como signo de esperanza segura y de consuelo para el
pueblo de Dios en camino» .
La Virgen dijo SÍ, y desde ese momento es nuestra Madre amorosa, medianera de todas las gracias. Nos cobija con su manto y en Ella confiamos diciendo..
"Bendita sea
tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea,
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada
María,
te ofrezco en este día, alma vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Morir sin tu bendición!
Amén."
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