lunes, 23 de agosto de 2010

21º domingo ordinario


"Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar, y no lo conseguirán." Lucas 13, 24

Jesús nos habla de la salvación no "contablemente", cuántos, sino dando una catequésis del cómo.
Para participar del banquete hay que entrar por una puerta angosta, es decir, hay que esforzarse, luchar. Con quién? Con nosotros mismos.
El esfuerzo por hacer el bien y la misericordia infinita de Dios, nos ponen en la lista de conocidos e invitados .
Si Jesús, ante la pregunta de la salvación hubiera respondido"pocos se salvarán", estaríamos temblando de miedo, y ante la respuesta de que "todos se salvarán", viviríamos muy libremente, sin mirar a nuestro alrededor, sin ningun esfuerzo. Vivir atormentados o en la liviandad.
El mal nos aparta del banquete al que nos invita el Señor. Vencer nuestros egoísmos y miserias, ayudar y perdonar, escuchar y comprender, hacer el bien, nos dá mucho trabajo, pero vale la pena.
Qué triste sería que al llegar a la puerta de la fiesta nos diga:" No los conozco". Y para estar fuertes en las dificultades y en nuestras debilidades, nos dejó el alimento de la Eucarístía, la fuerza de la oración y a su Madre, María Santísima.
Somos las manos y el testimonio de Dios ante nuestros hermanos. Y estamos invitados a una fiesta, preparemos nuestro corazón, nuestros vestidos y anunciemos la buena noticia.

Señor, tu gracia y mi fidelidad...qué miedo puedo tener!


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