Marcos 1, 40
Nuevamente Jesús escucha el pedido del enfermo y su palabra , obra. Lo sana, lo cura; del cuerpo y del alma.
La lepra no solo es una terrible enfermedad, incurable en ese momento, sino que la persona que la padecía era aislada y repudiada, porque se la acusaba de haber hecho algo malo y como castigo, tenía esa enfermedad.
Hoy, muchos sufrimos enfermedades que no solo están en nuestro cuerpo, sino también en nuestro corazón, porque somos pequeños y débiles.
Jesús, te pedimos que nos mires con misericordia, que tu palabra, obre en nuestra vida, y la sanes, porque sólo Tú ves nuestro corazón y lo has creado para la felicidad.
Purifiquemos nuestro corazón, acercándonos a la reconciliación.
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